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El pasado 16 de enero a las 19 h tuvo lugar en el salón de actos de la Biblioteca Pública Grupo Cántico de Córdoba una actividad divulgativa sobre contaminación lumínica. Organizada por las asociaciones Ecologistas en Acción Córdoba y El Brote, reunió a 34 personas. Durante la misma, se pudo disfrutar de una charla y un recorrido interpretativo por la ciudad. Fue impartida por Jesús Navas Fernández, vicepresidente de Cel Fosc y miembro de Ecologistas en Acción Málaga.
Al comienzo de la charla, se mostró hasta qué punto nuestra sociedad ha olvidado la visión del cielo nocturno, apoyándose en evocadoras imágenes cedidas amablemente por Leonor Ana Hernández y Sergio Díaz Ruiz. También se trató la importancia del color de las fuentes de luz artificial, ya que la que tiene mayor contenido de luz azul se esparce mucho más en la atmósfera y, en general, es más perjudicial.
Pero esta pérdida, vinculada al avance de la contaminación lumínica, es sistemáticamente ignorada o minusvalorada en favor de otras prioridades y valores. Esto sucede en parte porque nuestra percepción de la realidad se ve afectada por el llamado síndrome de las referencias cambiantes. Por eso, la contaminación lumínica no deja de aumentar en todo el mundo. Se convierte así en una manifestación visible del cambio global y de una determinada manera de relación del ser humano con el medio, basada en la depredación y destrucción del mismo.
No se trata “solo” de no poder ver las estrellas, lo que impide su disfrute y estudio. La pérdida de visibilidad del cielo nocturno es solo una de las múltiples consecuencias de este tipo de contaminación. Así, entre otras, además del despilfarro económico que conlleva o su relación con la seguridad o el cambio climático, también tiene efectos serios directos y recíprocos e interrelacionados sobre los ecosistemas y la salud, dentro del paradigma de “una sola salud” de la OMS.
Se continuó con una breve exposición de los principios de iluminación responsable y la insuficiencia de éstos y de la normativa actual a la hora de poner control a la contaminación lumínica, ya que solo se centran en algunas fuentes luminosas y no en el efecto combinado de todas ellas, ignorando límites y omitiendo objetivos.
Para terminar, se hizo hincapié en que el de la contaminación lumínica no es un problema solo técnico (“de las farolas”), sino producto de una determinada cultura, que lleva al despilfarro y al mal uso de un bien preciado como la luz. Y es por ello que ha de tratarse como un problema cultural que, aunque de carácter tecnológico, hay que contemplar desde todas las dimensiones que hacen posible que ésta se produzca.
Tras la charla, se realizó un recorrido interpretativo por las cercanías de la biblioteca. Durante el mismo se analizaron los espectros de diversas fuentes luminosas y su color aparente, distinguiendo los de las lámparas de vapor de sodio de alta presión y LED de diversas temperaturas de color. Eran frecuentes luminarias situadas por encima de los árboles, con lo que éstos, incluso desprovistos de hojas, proyectaban sombras sobre las aceras. La iluminación estaba claramente dirigida a los vehículos, no a los peatones.
Los niveles de iluminación eran tan altos que, además de resultar deslumbrantes en muchos casos e impedir ver incluso muchas de las estrellas más brillantes, podrían permitir leer el periódico o incluso coser sin problemas solo a la luz de las farolas. Los alrededores, por contraste, parecían a oscuras, lo que tampoco era cierto. El apantallamiento, incluso en el caso de los LED, dejaba mucho que desear porque, además de producir deslumbramiento, llegaba mucha luz intrusa a las primeras plantas de las viviendas. Y curiosamente era en las zonas residenciales donde se pudo ver más presencia de LED con alta emisión en azul, los de mayor potencial disruptor de los ritmos circadianos.
Los cambios culturales que se necesitan para tratar eficazmente este y otros desafíos civilizatorios actuales no van a llegar solos. Resulta crucial la implicación de cada persona u organización, lo que requiere de forma urgente, prioritaria y previa un compromiso social por la educación de la población que posibilite hacer realidad un mundo en el que valga la pena vivir. Un mundo en el que, entre otros muchos tesoros gratuitos, ignorados y compartidos, dignos de ser cuidados y defendidos, sea posible sentirse parte de él bajo las estrellas.
Imágenes cedidas amablemente por Charo Nieto (El Brote) y la Biblioteca Pública Grupo Cántico
Imagen 1 – Salón de actos de la Biblioteca Pública Grupo Cántico durante la charla. Charo Nieto.
Imagen 2 – Explicación del alcance de la contaminación lumínica que llega al Veleta desde cientos de kilómetros a la redonda. Biblioteca Pública Grupo Cántico.
Imagen 3 – Explicación del uso de las redes de difracción utilizadas para visualizar los espectros de las fuentes luminosas durante el recorrido (véase proyecto de ciencia ciudadana StreetSpectra). Charo Nieto.
Imagen 4 – Espectros mixtos de vapor de sodio a alta presión en el Bulevar Hernán Ruiz. El deficiente apantallamiento y el nivel desproporcionado de sobreiluminación, provocan deslumbramiento. Charo Nieto.
Imagen 5 – Espectros continuos de LED con alta emisión de luz azul en zona residencial. Se aprecia intrusión lumínica en viviendas. Charo Nieto.