Salud

CONTAMINACIÓN LUMÍNICA Y SALUD

En presencia de luz artificial durante la noche, el cuerpo humano sufre diversos trastornos de funcionamiento, relacionados con el reloj biológico (que “se pone en hora” con la natural alternancia de luz y oscuridad), y más concretamente con la producción de la hormona melatonina. Esta es una hormona segregada por la glándula pineal, y esa secreción se produce como respuesta a la ausencia de luz (condiciones naturales durante la noche). Si tras la llegada de la noche nuestros ojos siguen percibiendo luz, envían a la glándula pineal una señal que detiene la producción de melatonina. Estar sometidos a un nivel de iluminación de 30 lux (frecuente en muchas de nuestras calles por la noche) durante solo 30 minutos, sería ya suficiente, en promedio, para provocar esa detención.

Inhibir así la producción de melatonina tendrá consecuencias negativas en la salud, porque esa hormona es necesaria para diversas funciones:

  • regula el ciclo sueño/vigilia, preparando al cuerpo para el correcto descanso nocturno;

  • regula los ritmos circadianos, es decir, los cambios de actividad fisiológica en el ciclo diario de 24 horas;

  • tiene un poder antioxidante notable, por lo que reduce las concentraciones de radicales libres, y por tanto previene de los efectos de dichos radicales: alteraciones del ADN, deterioro celular, envejecimiento y aparición de tumores;

  • regula y modera la actividad de otras glándulas, particularmente las sexuales; la falta de esta acción está relacionada con una mayor incidencia de cánceres de mama y de próstata.

  • contribuye a mantener regulados los valores de presión arterial durante la noche

La luz detiene la producción de melatonina especialmente cuando incorpora la parte de longitud de onda corta (menor de 500 nm) del espectro radiante, que corresponde a la componente azul y violeta. Por esta razón, es imperativo, para proteger la salud, que el alumbrado nocturno se efectúe con niveles lo más moderados posibles de intensidad, y con luces de tonalidad cálida (tirando a ámbar, temperatura de color inferior a 2700 K), pues esta clase de luz tiene niveles muy bajos o nulos de componente azul; mientras que la luz blanca los contiene en elevada proporción.

Referencias:

  • J.A. Madrid y A. Rol de Lama: Cronobiología básica y clínica, EDITECA RED, 2014. ISBN: 9788493451035

  • E. J. Sánchez Barceló: Hicimos la luz… …y perdimos la noche. Efectos biológicos de la luz, Ediciones Universidad Cantabria, 2017. ISBN: 978-84-8102-813-3

  • M. Walker, Por qué dormimos, Editorial Capitán Swing, 2019, ISBN 978-84-120645-2-0