Nociones básicas

ILUMINACIÓN - NOCIONES BÁSICAS

Aquí se muestra cómo debe ser una iluminación correcta, garantizando su:

  • función (aportar visibilidad en los espacios usados durante la noche)

  • economía (consumir el mínimo de energía posible)

  • respeto al medioambiente (producir el mínimo posible de contaminación lumínica)

Se trata del alumbrado exterior (aunque pueden darse, y se dan, casos en que alumbrados de interior se convierten en focos de contaminación lumínica, ver nota)

Las condiciones que deben tenerse en cuenta para una correcta instalación de alumbrado exterior, sea público o privado, son:

  • Diseño y colocación de las luminarias: Toda la luz producida deben focalizarla exclusivamente en la zona que se pretende iluminar. Y el porcentaje del flujo luminoso emitido al “hemisferio superior” (FHS) ha de ser 0%.

  • Niveles de iluminación: Tienen que ajustarse a las recomendaciones internacionales (CIE) según el grado de uso de cada espacio urbano. Las potencias instaladas no serán superiores a lo necesario. Y se deberá conseguir un alto grado de uniformidad (evitándose los fuertes contrastes entre tramos muy iluminados y tramos oscuros).

  • Tipos de lámpara: Se deben utilizar las que aúnan alta eficiencia energética (mínimo consumo de energía para un nivel dado de luz) y menor poder contaminante (luz de tono cálido, con temperatura de color por debajo de 2700 K)

  • Regulación horaria: Reducir la potencia lumínica en las horas de menor actividad.

  • Moderación en alumbrados de tipo ornamental o publicitario

Nota - Casos de alumbrados de interior que generan contaminación lumínica en el exterior, son por ejemplo: un gran edificio de oficinas que permanecen encendidas durante la noche, y tiene fachadas acristaladas, traslúcidas o transparentes; un invernadero de producción intensiva, que instala iluminación nocturna estimuladora del crecimiento de los cultivos, y despide luz a través de las paredes y techos, transparentes y no apantallados o una tienda con escaparates iluminados toda la noche que rompe la uniformidad lumínica de la calle, dando sensación de oscuridad por contaste.

DISEÑO Y COLOCACIÓN DE LUMINARIAS. Es crucial el correcto diseño y colocación de la luminaria (estructura que alberga la lámpara productora de luz, y que redirige la luz hacia el espacio que se pretende alumbrar). Ese diseño y colocación deben conseguir que toda la luz producida sea “luz útil” (es decir, alcance al área que le corresponde iluminar), reduciendo a 0 toda emisión “perdida” (luz que escapa fuera de la zona prevista, luz intrusa que penetra en espacios ajenos, y luz emitida hacia la atmósfera). Es muy frecuente la instalación incorrecta de proyectores para la iluminación de grandes espacios, como campos deportivos, aparcamientos, puertos, aeropuertos, etc.: los focos se colocaron inclinados de tal modo que solo una parte de la luz incide en el área, mientras que un alto porcentaje escapa por encima, hacia espacios circundantes, y hacia la atmósfera, alcanzando y deslumbrando hasta gran distancia.

NIVELES DE ILUMINACIÓN. Las recomendaciones internacionales indican distintos niveles promedio de iluminación (expresados en lux, o lumen/m2), dependiendo del tipo de vía urbana: intensidad y velocidad del tráfico rodado, concurrencia de peatones, usos comerciales, residenciales, etc. A grandes rasgos, pueden indicarse como niveles adecuados:

  • 5 lux: en zonas ajardinadas.

  • 7,5 lux: en zonas peatonales de uso nocturno moderado, residenciales, aparcamientos…

  • 10 lux: en centros urbanos peatonales, calles comerciales.

  • 15 lux: en zonas urbanas/comerciales/industriales, con tráfico motorizado medio.

  • 20 lux: en zonas urbanas con tráfico motorizado intenso.

El rebasar los niveles indicados, conduce a un aumento de la contaminación lumínica (incluso en luminarias bien instaladas y sin flujo luminoso fuera de área, debido a la reflexión de luz en un pavimento sobre-iluminado) y a consumos de energía por encima de lo necesario.

Desde la segunda década del siglo XXI hay una tendencia a limitar cada vez más la velocidad del tráfico en los centros urbanos, incluso por debajo de 30 km/h, frente a la velocidad anteriormente permitida de 50 km/h. Esto deberá ir acompañado consecuentemente de una reducción en la intensidad del alumbrado nocturno, de acuerdo con la legislación vigente.

El alumbrado en carreteras fuera de núcleos urbanos, y en autopistas, debería ponerse en cuestión. Los sistemas de señalización pasiva (elementos reflectantes colocados a lo largo de medianas, arcenes, vallas laterales, etc.) al brillar con las luces de los automóviles indican perfectamente el trazado del vial, no consumen energía, ni producen contaminación lumínica, y su mantenimiento es mucho menos costoso que el del alumbrado. El alumbrado de carreteras, en cambio, consume mucha energía, produce contaminación lumínica sobre grandes extensiones de territorio, y no está demostrado que aporte más seguridad que la señalización pasiva con reflectantes.

La señalización luminosa nocturna de aerogeneradores en parques eólicos debería reconsiderarse. En muchos casos se ha efectuado con luces parpadeantes muy blancas e intensas, que ocasionan una fuerte perturbación de las condiciones naturales del entorno. Siendo el respeto al medio ambiente un requerimiento ineludible, lo mismo que la seguridad, la señalización que mejor cumple con ambos compromisos es la de luces rojas fijas, de intensidad moderada.

TIPOS DE LÁMPARA. Al seleccionar las lámparas más idóneas para el alumbrado de exteriores, se buscará la máxima eficiencia energética y el mínimo impacto contra el medio ambiente nocturno. Otras características de interés serán la durabilidad, la capacidad de regulación de su potencia, y el índice de reproducción cromática.

La eficiencia energética se mide como cantidad de luz producida respecto a la potencia eléctrica consumida, expresada en lumen/vatio.

El impacto medioambiental de la luz está relacionado con su intensidad, y para una misma intensidad, es mucho mayor en las luces que tienen un espectro con componente importante en las longitudes de onda cortas (inferiores a 500 nm), pues son las que más se esparcen a través de la atmósfera, y las que más perturban el equilibrio fisiológico nocturno en humanos y demás seres vivos. La “temperatura de color” de una lámpara es un parámetro muy ligado a esa composición espectral: cuanto más alta, mayor proporción de luz en longitudes de onda corta. Por tanto se debe optar por las lámparas de temperatura de color más baja, por debajo de 2700 K.

En la siguiente tabla aparecen esas propiedades para los diversos tipos de lámpara disponibles:

Propiedades de las lámparas más usuales

 

Las lámparas que mejor combinan alta eficiencia energética y respeto al medio ambiente son las LED ámbar de 2200K, y las de descarga en vapor de sodio a alta y a baja presión.

REGULACIÓN HORARIA. La intensidad de uso de las vías urbanas (nivel de tráfico, concurrencia de transeúntes) varía mucho entre las primeras horas tras el ocaso, y las horas más tardías de noche avanzada. La necesidad de iluminación no es la misma, por tanto es conveniente reducir la potencia del alumbrado en un 50%, o incluso más, a partir de una hora preestablecida, que puede variar según los días (laborables, festivos), y según las épocas del año. También se pueden instalar sistemas de regulación automática basados en detectores de presencia, de modo que mantengan el alumbrado a nivel mínimo (o incluso apagado), y sólo lo intensifiquen cuando detectan presencia de peatones o de vehículos. Todos estos dispositivos contribuyen a optimizar el ahorro energético y a reducir los efectos de contaminación lumínica.

MODERACIÓN EN ALUMBRADOS DE TIPO ORNAMENTAL O PUBLICITARIO. Aquí se engloban tanto los alumbrados puestos para resaltar elementos del paisaje urbano (puentes, fachadas, monumentos, etc.), como los diseñados para fines publicitarios (iluminación de carteles, anuncios, letreros y paneles luminosos, etc.). La enorme proliferación de este tipo de alumbrado hace que en muchos lugares sea la principal fuente de contaminación lumínica, superando al alumbrado público de las calles. En este caso no se pueden reivindicar en su defensa razones de seguridad, pues son intereses estéticos y comerciales lo único que los justifica. Teniendo esto muy en cuenta, deberá debatirse hasta qué punto se pueden tolerar los daños que ese sobreconsumo de energía y esa contaminación lumínica causan al medio ambiente nocturno y a la salud humana.

Entre los alumbrados ornamentales pueden incluirse los festivos y los navideños. Dado que también implican consumo de energía y contaminación, es importante moderar su uso, no extendiéndolos de manera ilimitada, y restringiendo su encendido a las fechas festivas correspondientes, y a las horas en que hay más tránsito de público. Por ejemplo, un alumbrado navideño más razonable sería el basado en adornos de intensidad luminosa moderada (no deslumbrante ni megalómana), instalados en algunas plazas y calles preeminentes (no en todas las de la ciudad), encendido desde mediados de diciembre hasta el 6 de enero (no durante mes y medio o más), y en las horas entre la puesta del sol y las 11 (y no durante toda la noche).

Se debe ser especialmente crítico con los alumbrados para la exhibición, o la explotación comercial, de lugares abiertos amplios, y próximos a espacios naturales, como playas, acantilados, pistas de esquí, campos de golf, etc. El impacto ambiental de la contaminación lumínica es aquí de enormes proporciones, por su gran extensión superficial y por afectar directamente a espacios naturales que necesitan un hábitat nocturno oscuro.