La contaminación lumínica, la gran desconocida

Montblanc

Hace ya algunos años que empezó la instalación de los leds en el alumbrado exterior público y privado. La publicidad que los acompaña destaca que “reducen el consumo y evitan la contaminación lumínica”. Sin embargo los datos científicos demuestran que desde que empezó su implantación, la contaminación crece a un ritmo medio superior a un 2,2 % anual y, en Europa, un 85% del territorio ya está afectado por la luz. ¿Son esas ventajas anunciadas una falacia? Y, si no lo es, ¿por qué sucede esto?

Los primeros en denunciar su amenaza fueron los astrónomos

La contaminación lumínica es la luz artificial que se proyecta, por emisión directa o por reflexión en las superficies, fuera de la zona a iluminar, invadiendo el medio ambiente al dispersarse en la atmósfera. Incrementa el brillo del fondo del cielo y elimina la luz de los astros. Por ello, los primeros en denunciar su amenaza fueron los astrónomos.

 El cielo de las ciudades ha dejado de ser un manto oscuro sobre el cual lucían las estrellas para convertirse en un vaho lechoso o anaranjado en el que sólo se observa la Luna y apenas alguna estrella. 

No es sólo un fenómeno local, pues la dispersión de la luz se intensifica y alcanza centenares de kilómetros, especialmente si ésta es blanco-azulada, dañando la flora y fauna nocturnas.

Afecta a todos los seres vivos

 Además, la luz artificial en el periodo nocturno afecta a todos los seres vivos, porque altera su reloj biológico, un mecanismo regulador de ciertas funciones del organismo que ha evolucionado adaptándose al ciclo día-noche, activándose o desactivándose con la luz y la oscuridad. 

En nuestro caso, la exposición a la luz en horario nocturno, aunque ésta sea débil y estemos dormidos, inhibe la secreción de la melatonina, la hormona de la noche, en la glándula pineal. Reguladora de la función del sueño, su carencia afecta al sistema inmunitario, genera envejecimiento celular, produce diabetes, obesidad y ha sido relacionada con ciertos tipos de cáncer. En España, investigadores en cronobiología de la Universidad de Murcia y la UB estudian la múltiple afectación que ocasiona en nuestra salud. Y han demostrado que la secreción de la melatonina se inhibe al máximo si estamos expuestos a la luz blanca azulada y menos a longitudes de onda de luz más cálidas.

Altera diversos procesos

La contaminación lumínica agrede silenciosamente. Alterando los procesos de alimentación y reproducción de las especies, empobrece la biodiversidad. Existen ya multitud de estudios científicos que acreditan su efecto devastador: extingue insectos, provoca plagas y altera la polinización de las plantas; distorsiona los sistemas de orientación nocturna de múltiples animales, desorienta y mata aves, desequilibra poblaciones de mamíferos y reduce la variedad de anfibios y especies marinas, incluidos los corales, provocando su extinción.

Y de nuevo la luz blanco-azulada es la más agresiva: se dispersa mucho más que la luz anaranjada y no es percibida por los órganos visuales de ciertos animales, con lo que quedan expuestos frente a sus depredadores. Su dispersión en el mar impide el normal ascenso del plancton con la obscuridad, lo que dificulta la alimentación de especies cercanas a la superficie.

Es un problema de carácter global, planetario, semejante al de los microplásticos que envenenan los mares. Sólo hay que ver imágenes nocturnas del planeta desde el espacio para observar cómo el monstruo está creciendo con el tiempo. Porque crece. Si esto es así, ¿por qué apenas se habla de ella? ¿Por qué aparece tan escasamente en los medios?

Somos animales diurnos. Nos sentimos cómodos y seguros con la luz. La oscuridad nos inquieta y atemoriza

La ignorancia es el peor de los males, decía el anciano Sócrates. Somos animales diurnos. Nos sentimos cómodos y seguros con la luz. La oscuridad nos inquieta y atemoriza. De ahí que lo normal, sea no pensar que la luz artificial nocturna pueda ser perjudicial y que exijamos a nuestros gobernantes que mejoren los sistemas de alumbrado, siguiendo el principio de ”cuanta más luz, mejor”, ignorando que, para los habitantes de la noche, rige el principio contrario: “cuanto mayor sea la oscuridad, mejor”. Así se establece una incultura del exceso, propiciada por una conjunción de intereses empresariales y políticos que ha conducido a un sobreconsumo aberrante, que contribuye al incremento del consumo eléctrico y al cambio climático.

Un estudio de la Complutense demostró que un español consume en alumbrado 2,5 veces más que un alemán. 

Los políticos, ignorando las consecuencias perjudiciales de sus malas decisiones en materia de iluminación, ceden a irracionales demandas ciudadanas de mucha luz para no perder votos y los sectores empresariales han privilegiado en los últimos años la implantación de leds de luz blanca (ignorando intencionadamente su nocividad, exaltando el ahorro en el consumo e incluyendo en su propaganda la falsedad (en su sentido literal), de que “reducen la contaminación lumínica”. 

Y esto se publica acríticamente, creando la ilusión en el lector de que simplemente instalando leds, se soluciona el problema. Y no: la evidencia de los datos científicos demuestra que está sucediendo lo contrario: como he dicho en un principio, desde que empezó su implantación, la contaminación crece a un ritmo medio de más de un 2,% anual. Y en Europa, un 85% del territorio está afectado por la luz.

Normas incumplidas

Fundada en 1996, Cel Fosc. Asociación contra la Contaminación Lumínica, lidera la lucha contra ella en el estado. Nuestros esfuerzos han conseguido la aprobación de leyes y normativas en múltiples autonomías, empezando por Catalunya. Pero vivimos en el país de las normas incumplidas porque no existe un control eficaz de su cumplimiento. Y si a ello añadimos la ignorancia del problema, el resultado es que no se avanza en su solución. Un ejemplo: las directrices educativas estatales hace años que contemplan la incorporación en el currículo de la contaminación lumínica y, pese a ello, está ausente en la mayoría de los manuales de Secundaria y Bachillerato. Resultado: las nuevas generaciones están desinformadas al respecto.

Cel Fosc: queremos que se nos oiga

Desde 2005, Cel Fosc apostó por privilegiar -junto al activismo, la divulgación y la denuncia- la investigación científica del fenómeno, incorporando a científicos y profesionales de distintas áreas, creándose así grupos de investigadores que se agruparon en la Red Española de Estudios de la Contaminación Lumínica: muchas de sus publicaciones nos sitúan en la vanguardia de la investigación mundial. 

Iniciativas como el establecimiento de una red de medidores del brillo del cielo o Cities at Night , Stars4All, Vigilantes de la Noche y Horizontes Perdidos versus Cielos Oscuros, han surgido de este ámbito. Pero todo este esfuerzo sólo puede fructificar si conseguimos incrementar el conocimiento y la conciencia ciudadana de la gravedad del problema rompiendo el actual silencio. Y en esto, los medios son fundamentales. Y nosotros fallamos al no encontrar el modo de hacernos oír.

Algunas soluciones: controlar el alumbrado ornamental

No se puede eliminar la contaminación lumínica, pero sí disminuirla, y es fácil: iluminar únicamente la superficie indicada, sin enviar luz fuera de ella, con la cantidad justa de luz que se precise y no más; usar luz cálida (temperatura de color igual o inferior a 2.200K) y apagar el alumbrado cuando no se necesite. 

Como complemento, usar reductores de flujo en horario nocturno e, incluso, sensores de presencia en los lugares donde sea posible. Y controlar el alumbrado ornamental, de anuncios y empresas, que representa más de 50% del problema.

Estrategia lenta

Sin embargo, pese a la existencia de leyes y normativas, lo cierto es que su aplicación no reduce la contaminación y lo que está sucediendo en Catalunya es extrapolable en parte al resto del estado. La ley catalana del 2001, promovida por Cel Fosc, fue la primera de la Península. En 2015, tras un fallido primer reglamento, se aprobó otro, excesivamente permisivo con la luz blanca. Está en fase de revisión. Pero los responsables de la Generalitat no tienen recursos materiales y humanos suficientes para aplicarlo con eficacia y vigilar su cumplimiento, porque el reto al que se enfrentan es enorme. 

Han optado por una estrategia correcta, pero lenta, de proteger primero los espacios naturales, confiando en que el modelo adecuado de iluminación de su interior se extenderá como una mancha de aceite. Pero si se tarda mucho, y no se invierte la tendencia actual, el daño será irreversible.

El problema real está en los ayuntamientos, que poseen la competencia para controlar el alumbrado. En los mayores, con gabinetes técnicos propios, muchas veces hay ausencia de sensibilidad hacia esta cuestión y así vemos como las ciudades se vuelven progresivamente blancas en la noche. En los medianos y pequeños no siempre llega a los ediles la información para aplicar correctamente el reglamento y, a menudo, se instala el modelo de alumbrado incorrecto, a instancias de técnicos carentes de rigor. Además, aunque el Reglamento regula la intrusión lumínica, la población desconoce que la luz que entra por la ventana afecta a la salud e ignora su derecho a protestar y exigir que no se introduzca luz en su domicilio.

Vemos falta de sensibilidad hacia esta cuestión y las ciudades se vuelven progresivamente blancas en la noche

Se va a necesitar mucha pedagogía para crear una sólida conciencia social de la gravedad del problema. Una iniciativa importante para conseguirlo se dio en 2007 con la creación de la Fundación Starlight, cuyo objetivo es preservar el derecho a gozar de la luz de las estrellas, otorgando certificados de calidad del cielo para preservarlo en aquellos sitios donde haya escasa contaminación lumínica, impulsando en ellos el turismo astronómico. 

La Generalitat también tiene su propio distintivo de calidad del cielo. El Parc Astronòmic del Montsec, L’Observatori Astronòmic d’Albanyà, el Parc Natural d’Aigües Tortes, el Parc Natural del Montsant y el municipio de Saldes, son los lugares de Catalunya en los que se protege la calidad del cielo y se realizan actividades de divulgación astronómica en las que se informa sobre los peligros de la contaminación lumínica y de la necesidad de recuperar la noche.

Pero estas islas de oscuridad se verán siempre amenazadas si no se reduce la intensidad lumínica de municipios y ciudades colindantes, y un ejemplo dramático de esto lo tenemos en Galicia, en donde el Parque Naciona de las Islas Cíes, está a punto de perder su certificado Starlight por culpa de los desmanes lumínicos del demagogo alcalde de Vigo, que presume desacomplejadamente de gobernar la ciudad del mundo que más contamina lumínicamente con su alumbrado navideño, retando a otras ciudades a superarla. Es el ejemplo que nunca hay que seguir: no se puede jugar alegre y cínicamente con la luz, porque corremos el serio peligro de destruir la noche.

Pere Horts

Fundador y vicepresidente de Cel Fosc. Asociación contra la Contaminación Lumínica